Las costas de la provincia del Chubut, Patagonia, Argentina, son el único lugar en el mundo en donde existen asentamientos reproductivos continentales de elefantes marinos (Mirounga leonina).
Los elefantes marinos del sur son los pinnípedos más grandes. Presentan un marcado dimorfismo sexual, teniendo los machos una notable trompa o proboscis, característica diferencial que le da origen a su nombre. Los machos además pesan hasta 5 veces más que las hembras, alcanzando un peso de hasta cuatro toneladas. Su pelaje varía según su edad, siendo negro al nacer y gris plateado después de su primera muda a los dos meses de vida aproximadamente. Su existencia transcurre la mayor parte del tiempo en el agua, pasando breves períodos en tierra para reproducirse y completar sus mudas anuales. Estos momentos son los de mayor vulnerabilidad y ocurren desde finales del invierno hasta principios del verano.
A finales del invierno, los machos arriban a las costas para formar sus harenes, permaneciendo en ayuno durante toda la estación reproductiva que dura unos tres meses, tiempo en el que llegan a perder más de 12 kg de peso por día. Los harenes son liderados por un macho dominante que debe batirse con otros diariamente para mantener su dominancia. En la periferia de la colonia hay otros elefantes marinos que intentan aparearse con las hembras aprovechando cualquier descuido del macho dominante y en muchas ocasiones lo consiguen.
Las hembras llegan un poco después, entre septiembre y octubre, para parir solo una cría, que fue concebida en la temporada anterior. Los cachorros que nacen al abrigo de sus celosas madres son amamantados a demanda por casi un mes, luego del cual comienzan a independizarse. Tienen que transcurrir dos meses más para que los pequeños elefantes marinos aprendan a nadar y comiencen a incursionar por las aguas oceánicas en busca de alimento. Sus madres, en ese período son nuevamente embarazadas.
Luego de destetar a las crías permanecen un tiempo más en la costa para mudar. En ese momento se implanta el nuevo embrión comenzando así la gestación que culminará once meses después. Una vez que completan la muda vuelven al mar comenzando un nuevo ciclo de vida.
Uno de los sitios más maravillosos para verlos y disfrutarlos es Isla Escondida, una playa continental ubicada aproximadamente a 50 km al sur de la ciudad de Rawson, capital de la provincia de Chubut, que es visitada además, por turistas y pescadores locales. Su nombre se debe a que tiene en frente una pequeña isla, que cuando la marea está alta y la cubre, queda escondida.
Este sitio es muy accesible para todo el mundo, no cuenta con ninguna instalación ni servicio para el turista, manteniéndose casi en estado salvaje. Tampoco tiene ninguna figura de área natural protegida. La convivencia con los visitantes en muchas ocasiones es compleja para los elefantes marinos. Los fines de semana son los días más complicados, ya que algunas familias van con sus mascotas, las que tienen libre albedrío y acceso a las colonias, fastidiando a adultos y cachorros por igual. A esto se le suma los residuos que dejan abandonados por doquier al regresar a sus casas y el tránsito desmedido e ilimitado con cuatriciclos, vehículos que acceden a absolutamente todos los sectores de la playa, circulando velozmente a escasos metros de las crías y en ocasiones por dentro de las colonias.
Pero lo más triste vivenciado sucedió, en mi caso, una noche, cuando pescadores retiraban del agua sus lanchas, aplastando a dos crías con su tráiler náutico.
Al impacto mencionado producido por los visitantes, se le agrega la incorporación de toneladas de residuos plásticos derivados de las embarcaciones de la industria pesquera. Cajones empleados para estibar la pesca, recipientes dónde se transporta el bisulfito que inhibe los procesos de melanosis del langostino, redes, sogas, guantes y demás elementos usados para el proceso de captura del recurso, caen al mar y son arrastrados hasta la costa depositándose en las playas.
Este escenario ha reunido a varias organizaciones ambientalistas, que están desarrollando un proyecto que permitirá la reducción de plásticos de origen pesquero acumulado en las playas de Chubut.
Es objetivo del mismo no es solo abordar la limpieza y recuperación de las costas, sino también realizar un profundo trabajo apuntado a mejorar los procesos productivos llevados a cabo en las embarcaciones de pesca, para evitar la pérdida o vuelco de material plástico al mar. Estás acciones solo pueden realizarse con un acompañamiento de trabajadores, empresarios y administradores públicos del recurso y del medioambiente.
Asimismo, varias ONGs están también trabajando en conjunto con las instituciones provinciales para poder resolver la convivencia de turistas y pescadores en la zona donde se localizan las colonias, apostando a la creación de una nueva área protegida costera que funcione estacionalmente y que cuente con períodos de intangibilidad en la temporada reproductiva.
El valor ecosistémico de estas colonias en toda la costa de Chubut es enorme y su cuidado debe ser una prioridad de todos. Es por ello que este artículo muestra imágenes que cuentan el día a día de la vida de los elefantes marinos durante los meses que permanecen en tierra y el estado de las playas donde mudan y se reproducen, intentando con ellas sensibilizar a la comunidad toda, para que se tome conciencia del tremendo impacto ecológico que cada acción que realizamos tiene sobre ellos.
Como fotógrafa de naturaleza estoy sumamente comprometida con la conciencia ambiental y la promoción de un cambio positivo. Esto sólo es posible a través de la empatía, el respeto y el amor hacia todas las formas de vida, así como la necesidad urgente de un cambio de paradigma en nuestra relación diaria con la naturaleza. La fotografía puede ser una poderosa herramienta para crear conciencia y motivar acciones positivas. Al capturar la belleza y fragilidad de los ecosistemas, así como documentar las consecuencias de la degradación ambiental, estamos contribuyendo significativamente a inspirar a otros a reflexionar sobre su impacto en el medio ambiente y a tomar medidas urgentes para preservar nuestra biodiversidad.
El cambio es posible y depende tanto del compromiso individual como del colectivo. La colaboración y la responsabilidad compartida entre todos los actores sociales son esenciales para abordar los fuertes desafíos ambientales hoy imperantes. La destrucción de la naturaleza nos afecta como sociedad, ya que es imposible seguir creciendo si olvidamos la interconexión existente entre todos los seres vivos y la importancia de llevar adelante un enfoque holístico para la sostenibilidad.